Para muchos, y sobre todo en tiempos de pandemia mundial, el teletrabajo ha sido salvador. Inicialmente considerada como una forma alternativa de trabajar, hoy la practican numerosas empresas.
¿Por qué el teletrabajo no siempre es la opción ideal?
Para algunos, el teletrabajo ha facilitado toda una jornada de trabajo. Pero para otros ha sido más difícil adaptarse. Según algunos empleados, el teletrabajo ha sido sinónimo de aislamiento. La falta de contacto social es una de las principales razones para dudar del nuevo hábito. Esto se notó durante el confinamiento: a algunas personas les resultó muy cómodo quedarse a trabajar en casa, mientras que a otras les costó más sobrellevar la soledad. A menudo es una cuestión de personalidad y gusto.
Por otro lado, el teletrabajo es digital. No siempre es fácil seguir a distancia todos los trámites y el intercambio de diversos correos electrónicos y documentos, ya que uno puede perderse rápidamente. La desmaterialización del trabajo conduce a menudo a la desorganización. Por este motivo, el teletrabajo requiere un cierto nivel de organización para poder seguir trabajando con eficacia, al tiempo que se familiariza con las nuevas formas de trabajo.
Por último, la adopción del teletrabajo es un deseo subjetivo. Algunas personas no quieren mezclar su vida profesional y privada. A pesar de las ventajas que puede ofrecer, muchos empleados prefieren ir a la oficina todos los días. Esto les permite tener un entorno laboral definido y estar directamente en un buen ambiente de trabajo, lejos de las distracciones de la casa.
En conclusión, no podemos negar que el teletrabajo facilita la vida a muchas personas: no hay tiempo ni gastos de desplazamiento, es posible cuidar a los niños en casa, se gestiona mejor el propio trabajo… Sin embargo, sigue siendo aconsejable ser razonable en cuanto a los días de oficina en casa para mantener un cierto equilibrio en la vida social.