El objetivo de un banco privado es que sus activos sean gestionados por profesionales del sector, es decir, banqueros privados o asesores financieros. Una vez alcanzado cierto nivel de riqueza, es más prudente confiarla a un banco para rentabilizarla al máximo.
Por tanto, la banca privada tiene muchas ventajas:
– Servicios diversificados: un banquero privado no se contenta con gestionar únicamente el capital financiero. De hecho, el cliente tiene acceso a una variedad de servicios: gestión patrimonial, fiscal y financiera, suministro de productos y servicios de calidad, relaciones con los clientes, asesoramiento y gestión de riesgos, etc.
– Gestión personalizada: la gestión de su patrimonio se estudia en función de sus objetivos, sus capacidades de financiación y sus necesidades. Los banqueros privados dedican tiempo a estudiar sus proyectos de futuro para ofrecerle productos adecuados. Así, una buena gestión le permitirá obtener importantes ganancias de su patrimonio.
– Relación permanente con los clientes: en esta profesión, las relaciones con los clientes son muy importantes. Efectivamente, todo pasa por aquí. Es esencial tener una buena relación con sus clientes para optimizar y simplificar los procesos. La relación cliente-banco o cliente-banquero es permanente, para estar informado en tiempo real de las oportunidades, pero también de los riesgos potenciales que se corren en el mercado.
– Aumento de la rentabilidad del capital: el objetivo primordial al recurrir a un banco privado es, obviamente, rentabilizar su patrimonio. Este será el papel de su banquero, gracias a sus conocimientos avanzados en diversos campos, que le permitirán proponerle productos innovadores, adaptados a sus necesidades.
En resumen, todas las ventajas se reducen a un mismo objetivo: hacer crecer su patrimonio. Para ello, se ponen a su disposición varios servicios a largo plazo, con el fin de obtener ganancias.