Reino Unido, Escocia, España, Bélgica, Francia… varios países han experimentado recientemente con este modelo o todavía lo están probando, y los resultados son alentadores. La semana de 4 días no es una idea totalmente nueva, pero ahora está en el centro de los debates sobre la mejora de la productividad y la calidad de vida en el trabajo.
¿Trabajar menos o trabajar de otra manera?
Contrariamente a lo que podría pensarse, la semana de 4 días no pretende reducir la semana laboral, sino distribuirla de otra manera. La idea es ampliar ciertos días para liberar un día completo en la semana, sin reducir el número total de horas trabajadas. Este concepto se probó por primera vez en Islandia en 2015, con gran éxito. En la actualidad, la mayoría de los trabajadores islandeses ya han adoptado o tienen previsto adoptar esta organización.
En 2022, el Reino Unido ha decidido probar este método, seguido de varios otros países europeos. En países como Japón y Francia, las empresas pueden elegir si lo adoptan o no. Actualmente, alrededor del 5% de las empresas francesas han introducido la semana de 4 días, mientras que el 19% opta por horarios más flexibles.
Ventajas de la semana de 4 días
- Más tiempo libre para citas personales
- Mejora de la salud mental y física
- Pasar más tiempo con los seres queridos
- Aumento de la productividad
- Reducción de la huella de carbono
Limitaciones y retos
- Reorganización del trabajo: Implantar una semana de 4 días requiere una reorganización significativa. Hay que revisar los horarios, ajustar las cargas de trabajo y asegurarse de que los empleados siempre pueden satisfacer las necesidades de los clientes o los proyectos.
- Riesgo de agotamiento durante los 4 días: Si se condensan las horas trabajadas, puede producirse un cansancio importante durante los días laborables debido a la mayor duración de las jornadas.
- No apto para todos los sectores: Algunos sectores, como la sanidad, la restauración o el comercio minorista, en los que los clientes o pacientes esperan una presencia constante, pueden tener dificultades para pasar a un modelo de 4 días semanales sin que ello repercuta en el servicio.
- Productividad incierta para determinadas profesiones: aunque la semana de 4 días parece funcionar en oficinas o entornos creativos, puede ser menos adecuada para trabajos en los que la producción física o la presencia continua son esenciales. Para los trabajos que requieren un alto nivel de implicación física, jornadas laborales más largas podrían significar un descenso de la calidad al final del día.
- Conflictos con horarios internacionales: Para las empresas que trabajan a nivel internacional, adoptar una semana de 4 días podría crear conflictos de horarios. Si los socios o clientes trabajan una semana tradicional, puede ser complicado coordinar reuniones o proyectos.
- Aumento de los costes laborales: en algunos sectores, reducir el número de días laborables puede suponer contratar personal extra para cubrir el día que falta.
Los primeros resultados de las pruebas, sobre todo en el Reino Unido, son muy alentadores. Casi el 90% de las empresas que participaron en las pruebas se declararon favorables a la adopción de una semana de 4 días, con importantes aumentos de productividad. En Francia, sin embargo, la idea sigue suscitando reticencias. Aunque la flexibilidad se está convirtiendo en la norma en algunos sectores, la tendencia sigue siendo incierta. Será interesante seguir el impacto de esta práctica a mayor escala y ver si Francia y otros países la adoptan masivamente en los próximos años.